Ambas ciudades son similares, en clima, población, ambiente y cultura. Ambas promovieron, de la mano de gobiernos locales progresistas, la agricultura urbana como una respuesta a la crisis. Y en ambas, los huertos llegaron para quedarse. Este artículo que escribimos junto a Alberto Gómez, Raúl Terrile y Mariana Ponce analiza el desarrollo de la actividad en ambas ciudades y la forma como la agricultura urbana fue convirtiéndose, lentamente, en política pública. Ojalá contribuya al debate, revitalizado en los últimos años, sobre el futuro de las ciudades... y del planeta.
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